
Dios y mis padres me dieron dos abuelas. A la materna, Petronila, sólo la recuerdo de haberla visto una sola vez, en su natal Chiclayo y aquella vez ella no estaba de muy buen humor, lo cual generó en mi, un niño de ocho añitos, un poco de temor.
Fue una buena mujer, que crió de la mejor manera que pudo a sus cuatro hijas y a quien me hubiese gustado conocer mas, pues poco tiempo después partió a una mejor vida.
Siempre recordaré con admiración la fortaleza de mi abuela Ida, tronco familiar, la mayor de casi una decena de hermanos y que tuvo sobre sus hombros muchas responsabilidades, como la de sacar adelante sola a sus dos hijos, uno de ellos mi padre.
Todo esto llevó seguramente a endurecer su carácter y vivir con rigor.
Mis recuerdos de ella vienen de su etapa de larga ancianidad, pues a mis diez años ella ya frisaba los 85. Y sin embargo, recuerdo su energía, su vigor, su fortaleza y su cariño para con nosotros, a su manera.
Tuve el privilegio de verla con mucha frecuencia pues vivió conmigo en sus últimos cinco años y nos dejó suavemente tras cumplir nada menos que los 101 años. Toda una vida……y me alegro, eso sí, que pudiera verme y abrazarme antes y después de casarme, lo cual no pudo ocurrir con mis padres.
Cuando ella falleció, en 1995, me sentí un poco apenado porque había perdido al último de mis abuelos. Pensaba en la gente que podría gozar a sus abuelitos hasta muchos más años de los que tenía yo en ese momento.
El regalo de Dios
Sin embargo, Dios y la vida me privilegiaron con un premio mayor y hoy quiero reconocerlo y testimoniarlo.
No recuerdo aun en qué circunstancias la conocí, pero lo que si recuerdo es que desde un principio se ganó mi cariño y mi confianza. Fue instantáneo. No necesité escucharla o mirarla mas, ni requerí de evidencias. En sólo cuestión de minutos pude intuir la calidad de persona que tenía al frente.
Hablar de Melita y de las tantas cosas que me gustan de ella me haría extenderme más de la cuenta. Y es que tiene tanto para dar, para regalarle a todas las personas que la rodean y que se dan el gusto de compartir con ella.
Y es que sólo te basta conversar con ella un rato para poder descubrir su encanto, su sabiduría, su inteligencia, su nobleza, pero por sobretodo su gran……su enorme corazón.
A lo largo de los más de quince años transcurridos he podido conocerla cada vez más y admirar su maravillosa manera de ser : justa y siempre con la palabra precisa y adecuada, con el juicio sensato y enfocado, sin venderse con nadie, guste o no guste lo que ella opine.
Amorosa con sus hijos y familiares, con sus nietos, los de sangre y los que no lo somos, pero que nos trata como si lo fuéramos.
Y qué decir de sus bisnietos. Sólo basta verle los ojos cuando los saluda, cuando los abraza……y mis hijos son grandes privilegiados de ello, de su amor y cariño incondicional.
Es una mujer tan sencilla que es muy fácil llegar a ella y dejarla entrar a tu corazón.
No dudo que la vida la ha hecho pasar por momentos difíciles y por pruebas duras, como por ejemplo, perder a uno de sus hijos, pero nada ha endurecido el noble corazón que vive en ella y con el que bendice a todos los que tanto la queremos. Debe ser seguramente su perseverante espíritu católico que la ha llevado a estar por encima de las situaciones que la vida la he presentado y a ser capaz de perdonar y a vivir sin rencores.
Campeona del Carioca, es un placer jugar cartas con ella y escuchar sus múltiples frases, que desde hace un tiempo ya son legado para nosotros (Django no perdona!, no, Melita?).
Culta, inteligente y flexible hace poco leyó Crepúsculo, tan de moda entre los adolescentes para estar a tono con su adorada nieta Brenda
Y qué decir de sus clásicas sopas a la criolla y sus milanesas de pollo con platanos fritos (a pesar que a mi no me gustan estos últimos). Son imperdibles!!
Pero lo más importante para mi es el poder compartir tan buenos momentos en su compañía conversando de lo que sea : de algún tema profundo, o de la última novela brasilera. Su compañía es siempre un placer.
El año pasado tuvo un recrudecimiento con su salud, pues sufre a veces de algunos problemas bronquiales; y que la tuvieron algunos días internada en una clínica.
En las múltiples manifestaciones de amor, cariño y preocupación de todos sus seres queridos fue tan evidente comprobar lo que ella ha generado en su vida y lo que va a seguir generando.
Somos de acostumbrarnos a las personas y a veces no decir lo que sentimos y pensamos por temor o porque quizás no lo consideramos necesario en ese momento.
Eso fue lo que me pasó hace un par de meses cuando estuvo de cumpleaños y estando ella tan feliz de volver a ver después de tiempo a sus hijos reunidos en una misma mesa uno de ellos (mi querido suegro) se paró a decir algunas palabras en honor a su querida madre.
Y luego, a pesar de tener ganas de pararme me quedé sentado, con las ganas de hablar y de decirle lo importante que ha sido y que es en mi vida.
Quizás fue el temor a mostrarme sensible o la vergüenza (tonta, lo se) de quizás derramar alguna lágrima. Y me quedé sentado.
Por eso, estas palabras expresan lo que seguramente hubiera dicho en esa alegre tarde familiar, para expresarle lo mucho que la quiero
No se cuántos años más nos de Dios el privilegio de tenerla con nosotros. Espero que sean muchos y cada noche rezo para que así sea, al mismo tiempo que le agradezco al Ser Supremo por el invalorable regalo de vida que me dio al poner en mi camino a mi adorada abuelita Melita.
Melita y su querido Super Sabio Sebastián
Muy linda tu nota sobre la señora Melita. La he tratado no tanto como tú, pero eso me basta para reconocer su enorme calidad humana y su gran cariño. Realmente es el modelo a seguir por todas las abuelas en el mundo.
ResponderEliminarQue Dios le dé muchos, muchos años más de vida.
Un abrazo.
LUCHO
recien lo leo... no sabia que habias escrito sobre la mela.. gracias!
ResponderEliminarestuvo super lindo! kissitos
Así es Lucho. Es todo un modelo a seguir y fuente de amor y cariño.
ResponderEliminarGracias Karlita. Me alegra que te haya gustado. Besos.