domingo, 24 de mayo de 2009

Genio y figura

Cuando el fútbol se hizo poesía

¨César Cueto fue uno de los ídolos del fútbol mundial al que tuvimos la oportunidad de tenerlo en Colombia para aprender de él, como persona y jugado¨. Carlos ¨El Pibe¨ Valderrama


Mis primeros recuerdos de ti vienen de la segunda mitad de los setentas cuando defendías la camiseta de tu querido Alianza Lima (que tenía un equipazo en esos tiempos) y precisamente uno de esos episodios (y que vi por televisión) me dolió hasta el alma pues, en un partido emotivo y vibrante nos ganaron 3-2, a pesar que Sporting Cristal también contaba con un gran cuadro.

 César Cueto, el Poeta de la Zurda

Y uno de los goles íntimos fue tuyo. Un golazo, desde fuera del área, a treinta o cuarenta metros del arco sombreándole el balón al Loco Quiroga, con un gol que hasta ahora el ex arquero argentino-peruano debe recordar.

Que envidia sentía en aquel entonces, Maestro César Cueto, de saber que eras de Alianza y que no podías ser parte de mi equipo.  Que tu zurda no podría traerme alegrías y satisfacciones jugando para mi sufrido equipo cervecero.

Sin embargo, cuántas alegrías me diste a mi y a todo un país con tu zurda mágica y poderosa.

Y poco tiempo después, con la rojiblanca, comenzaste a darnos una tras otra satisfacción enorme.

Como cuando te juntabas con el Nene Cubillas y José Velásquez, tus compañeros en Alianza Lima, pero esta vez en la selección, formando un mediocampo que fue designado por la revista El Gráfico como el mejor de la primera ronda de aquel mundial de Argentina 78, en el que además anotaste un hermoso gol ante los escoceses.

Después de ese mundial te fuiste a Colombia, donde jugaste por varios años siendo considerado como el mejor futbolista que ha tenido el Atlético Nacional de

 Medellín, dejando huella en el país norteño, en el que se te sigue queriendo mucho.

            Idolo también en Colombia donde salió varias veces campeón

Pero poco después volverías a vestir la camiseta nacional y nos volviste a regalar muchos otros momentos inolvidables, como los partidos eliminatorios para el mundial de España 82, última participación mundialista de nuestra selección, y en los que dejamos afuera a Uruguay y Colombia.

Cómo no recordar tu zurda y tu talento volviendo locos a los colombianos y  uruguayos.

Fuiste pilar en ese gran equipo que luego recorrió Europa en una gira de más de veinte partidos en las que no perdió un solo encuentro y en la que volviste a derrochar tu magia, como en aquel partido en el que le ganamos a la selección francesa, por 1-0 con gol de Juan Carlos Oblitas, en las que el equipo no paraba de tocar y tocar ante la sorpresa de Michel Platini y sus demás compañeros que conformaban aquel genial equipo galo.

Aun a veces se ve por televisión imágenes de ese partido en el que vencimos 1-0 a los franceses en el Parque de los Príncipes y en el que Perú sacó chapa de candidato para el mundial de España, lo cual no fue nada positivo pues alertó a los demás rivales de lo que podía hacer nuestra selección.

Tras ese mundial, en el que quedamos fuera en la primera ronda, volviste al fútbol colombiano en el que saliste campeón nuevamente, esta vez con el América de Cali, ganándote el respeto y aprecio de su hinchada.

Pero tus días en la selección no se habían acabado y te volvimos a ver en las eliminatorias para el mundial de México 86, en las que le pusiste alma, corazón y vida, logrando marcar un golazo contra Venezuela en Lima y volviste a exhibir tu mejor fútbol  frente a la Argentina de Maradona, tanto en Lima, como en Buenos Aires.

Imposible olvidar la jugada del gol de Barbadillo en el partido de vuelta (tras vencerlos 1-0 en la ida), en la que te sacaste dos marcas de encima (Passarella y Trossero, nada menos) para luego superar a dos rivales más para darle, como con la mano, el pase que permitió que Patrulla anotase el gol con el que pasamos adelante en el marcador 2-1 en el mismísimo Monumental de Buenos Aires (creo que fue uno de los goles que más he gritado en mi vida), y que luego, ocho minutos antes del final los argentinos nos empatarían dejándonos fuera del mundial, en el que a la postre saldrían campeones.

Quizás esa es una de las postales o momentos que más tengo grabado de ti, y que simboliza lo que podías hacer en la cancha, con tu talento y creatividad, generando sorpresa, magia y precisión y que te convirtió en una pieza especial para todo equipo en el que formaste parte.

Tras esa eliminatoria ya tenías 34 años y volviste a Colombia a jugar en otros equipos antes de decirle adiós a las canchas. Y luego volverías a jugar por la Alianza de tus amores después de la tragedia de Ventanilla , del 08 de diciembre del 1988, cuando el accidente aéreo dejó al club sin equipo. Fue un ejemplo de solidaridad y compromiso por el equipo de La Victoria al que siempre quisiste.

Reforzó a Alianza Lima después de la tragedia de 1987

Y fue en 1991, cuando, con 39 años, le dijiste adiós al fútbol, sin una despedida grande como lo hubieses merecido, pero quizás esto ocurrió porque en realidad nunca te fuiste.

Y de vez en cuando, a lo largo de todos estos años transcurridos, te hemos vuelto a ver pisando las canchas peruanas en diversos amistosos y partidos benéficos,  en los que has seguido regalándonos tu poesía hecha fútbol y el embrujo de tu endemoniada zurda.

Inolvidable por ejemplo, aquel partido benéfico contra Resto de América en el que te volvimos a ver (y que curiosamente fue el primer partido de fútbol en el que llevé al estadio a mi hijo Sebastián) y en el que apreciarte jugar fue como retroceder el tiempo y recordar tus partidos con Alianza Lima o la selección peruana.

Y en una de esas jugadas le diste un gran pase con el taco al Chino Pereda que le sirvió para anotar un gol, que finalmente fue poco relevante al lado de tu brillante gesto técnico, que fue aplaudido por todos los que tuvimos la suerte de apreciar tu buen fútbol en el viejo Estadio Nacional.

Sin embargo, el recuerdo que más atesoro, y que vivirá conmigo para siempre, fue cuando en plenas eliminatorias del mundial de Francia ´98, llevé a mi hijo mayor a ver un entrenamiento de la selección en vísperas a uno de los partidos en los que la rojiblanca peleó la clasificación hasta la última fecha de la eliminatoria.

Y luego de tomarle a Jorge, mi hijo, fotos con casi todo el plantel después de los entrenamientos, de pronto te vi por un lado, casi como escondido, pues habías asistido como invitado del equipo, o del entrenador, Juan Carlos Oblitas. Y en ese momento le expliqué a mi nene, con emoción,  que muy cerca a nosotros estaba un ídolo del fútbol peruano y uno de los más grandes jugadores que dio nuestra tierra.

E inmediatamente, fui con él y con la cámara y le pedí a alguien que por favor nos tomara una foto contigo y recuerdo que te di la mano, muy contento, pero sin saber, ni atinar, qué decirte y sólo te murmuré un ¨Gracias Maestro¨, a lo que respondiste con una tímida sonrisa, pues eras y eres así : de pocas palabras, de conocida timidez, pero al mismo tiempo de enorme sencillez y gran corazón.

Por eso, a través de estas breves pero sentidas palabras quiero decirte Gracias, querido Poeta de la Zurda, por regalarnos, durante tantos años la poesía de tu zurda mágica y por mostrarnos lo hermoso que puede ser el fútbol cuando se juega con la inspiración, la magia y el talento que siempre te caracterizó y que te hará eterno en todos los que tuvimos el privilegio de verte jugar.

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